BIAR, CASTILLO DE FRONTERA

 El castillo de Biar y el fin de la conquista de Jaime I.- La posición del castillo de Biar, dominando los pasos a la Foia de Castalla y frente al vital corredor del Valle del Vinalopó, directa comunicación de la Meseta Castellana con el      , le confería un marcado protagonismo político militar de control territorial y de las vías de comunicación en la Edad Media. Lugar de encuentro de las coronas de Castilla y de Aragón en el siglo XIII, en la pactada divisoria de conquista a los estados musulmanes, la posesión de tan privilegiado enclave fronterizo era igualmente ambicionado por ambas potencias medievales que, paralelas en su expansión feudal, sus relaciones de vecindad no siempre fueron cordiales. En este conflictivo castillo, erguido sobre peñascos que coronan un aislado cerro, la Corona de Aragón afianzó sus fronteras con Castilla y consumó, tras quince años de operaciones militares, la conquista de los territorios islámicos que, por voluntad de Jaime I, conformaron políticamente el Reino de Valencia.

 

 

 

El Tratado de Cazola (1179) fijaba unas fronteras y un límite de conquista en el castillo de Biar entre Castilla y la Corona de Aragón, acuerdos de reparto del botín de guerra y de territorios, antes de que éstos fueran conquistados. Convenios con frecuencia vulnerados, tanto por el infante Alfonso de Castilla, como por Jaime I, hasta que en 1244 sellan de nuevo, en el Pacto de Almizrra, (en la actual Camp de Mirra, localidad cercana a Villena y a Biar) acuerdos encaminados a dar fin a las disputas y enfrentamientos de ejércitos en pie de guerra, y a sus encontradas pretensiones de anexión territorial ante la vaguedad de hipotéticas fronteras. En virtud del histórico tratado, Villena pasaba a Castilla, y, Biar a la Corona de Aragón, mientras que el límite meridional de la expansión de la Corona de Aragón se situaba en línea Biar/El Cabriel/La Canal de Xixona/Busot.

 

 

 

En 1238 Jaime I toma Valencia, dando término a la primera mitad de la conquista de la taifa de Valencia, con un límite meridional en el Xúquer pactado con Zayyan, el último gobernador musulmán de Valencia. Sometidas Cullera, Dénia y Xàtiva (1244), controlado el curso fluvial del Xúquer y el litoral, y conseguida una tregua con el caudillo musulmán Al-Azraq, señor de un amplio y abrupto territorio de la montaña alicantina, el monarca dispone temporalmente de la seguridad en su retaguardia de un extenso arco de tierras meridionales bajo el dominio del legendario caudillo, lo que le permite cabalgar presuroso hacia Biar, donde consuma su autoridad y poder cuando el estandarte real se levanta en las almenas de la sometida fortaleza musulmana.

 

 

 

El monarca concentró fuertes efectivos militares para un cerco cuando se iniciaba el otoño, sabedor de lo que significaba el invierno en las posiciones de asedio a una plaza fuerte, pero decidido a tomar un enclave básico de dominio territorial y como medida de fuerza política y militar ante las ambiciones castellanas. Tras un largo asedio de cinco meses, el más severo y de mayor duración de los llevados a cabo en las campañas de conquista, en febrero de 1245 capituló Biar, con una rendición pactada y acuerdo por el cual la población musulmana continuaría habitando la plaza conquistada. La pérdida para el aparato militar islámico de tan poderoso castillo, supuso la inmediata capitulación, sin lucha, de castillos, torres, alquerías y estructuras fortificadas que defendían el Valle del Vinalopó, que, de esta forma, quedaba sometido al poder de los cruzados.

 

 

 

El castillo.- Biar fue plaza fuerte de gran importancia para los musulmanes. Jaime I la reservó para si (realengo), como patrimonio de la Corona, concediéndole la dignidad de voto en las Cortes del Reino de Valencia. Recién tomada la fortaleza y por su relevante valor político militar, el monarca dispuso el refuerzo de sus dispositivos y mantenimiento de sus estructuras en perfectas condiciones; preocupación y rango sostenido durante siglos por sus sucesores que, a su vez, realizaron modificaciones y acondicionamientos de adaptación a las exigencias evolutivas de las armas. Supuestamente, está edificado sobre un sustrato romano, aunque como es habitual en nuestra tierra, es a partir del dominio islámico cuando disponemos de una cronología conocida y documentada, que certifica su construcción almohade entre finales del siglo XII e inicios del XIII.

 

 

 

Castillo típicamente montano, roquero por su emplazamiento, de planta irregular adaptada a la morfología desigual de base, con doble recinto amurallado, almenado y con adarves; cuatro torres esquinadas y dos interiores. En el punto más elevado del cerro donde se emplaza la fortaleza, a 750 metros de altitud, se yergue, destacando por su magnitud del resto del conjunto y visible desde grandes distancias, la monumental y robusta Torre Maestra o del Homenaje, de diez y nueve metros de altura, base cuadrada y tres plantas, rematada con terraza almenada. En la segunda de sus plantas, la bóveda está resuelta con una crucería octogonal de nervaduras, una solución y testimonio de la pericia constructora almohade que cataloga este recinto como excepcional, al igual que el existente, de idéntico estilo, en el castillo de Villena.

 

 

 

Complementa la fortaleza, albacar amurallado, dotado de almenas y un doble recinto perteneciente a los siglos XIV/XV. En 1276 el mítico caudillo Al-Azraq se apodera del castillo, junto a un gran número de fortalezas, encabezando un alzamiento que puso en peligro la todavía precaria presencia militar de la confederación catalano-aragonesa. Conjurado el peligro tras la muerte de Al-Azraq, el castillo vuelve al poder cristiano. En el siglo XIV/XV, la guerra llamada de los “Dos Pedros”, revela de nuevo su potencia como castillo de frontera. En el siglo XVI se inicia su declive, perdida su función militar de defensa fronteriza, una vez que la divisoria con Castilla deja de ser una línea caliente para pasar a ser un espacio de convivencia y encuentro. Sus posteriores y distanciadas intervenciones bélicas son de forma temporal y, durante las últimas décadas, el notable conjunto ha sido ampliamente restaurado y puesto en valor, en altura, volúmenes y estructuras básicas. En la actualidad es una visita importante -que no hay que perderse-, a un estimable testigo de uno de los periodos históricos decisivos del nacimiento del Reino de Valencia y notable patrimonio de la arquitectura militar de nuestra tierra, una de las fortalezas mejor conservadas y de aspecto más monumental de nuestra Comunidad. El castillo de Biar es Monumento Nacional desde el año 1931.

 

 

 

El medio físico y el castilloDos unidades básicas del relieve definen la geografía de Biar y han potenciado históricamente durante siglos la función defensiva y de control del castillo: las sierras de Fontanella, Reconco y el Frare, un arco orográfico, contrafuerte de la sierra Mariola, con alturas que rebasan los 1.000 metros de altitud. Montes que cruzan dos históricos caminos hacia el interior, el medieval a Xàtiva y el del Port de Biar, por donde en la actualidad va la carretera que une la Foia de Castalla con Biar. Montes a cuyo pie se tiende la población y que declinan hacia la suavidad ondulada del Valle del Vinalopó, la depresión que desde el extremo norte de contacto con Almansa, comunica la Meseta Castellana con el Mediterráneo.

 

 

 

Físicamente esta cuenca hidrográfica se identifica con una fosa flanqueada de alineaciones montañosas, surcada por corredores transversales y que desde la cabecera en Biar y Villena (650 metros y 505 metros de altitud respectivamente), decrece progresivamente hasta el mar, un eje norte sur de comunicaciones, vertebrador económico y comarcal, donde se ha concentrado la mayor industria europea del calzado. La naturaleza estratégica del Valle ha requerido de la defensa de gran número de importantes castillos, concentrados a lo largo del eje del valle: Villena, Biar, Sax, Novelda, Elda, Petrer, Elche y Santa Pola.

 

 

 

La población.- Tendida sobre la ladera del castillo, la población de Biar ha organizado su urbanismo en calles longitudinales y curvas de nivel, surcadas perpendicularmente por empinadas calles escalera que bajan en el sentido de la pendiente. Un paisaje urbano de origen medieval, de adaptación al relieve y asociado a la fortaleza como elemento defensivo, acumulando obstáculos para el asaltante. El municipio estuvo amurallado, con varias puertas de acceso, de las cuales en la actualidad se conservan dos, el Portal de la Vila o Arco de San Roque y el Portal de la Torreta o Arco de Jesús. Destacamos que el conjunto urbano está muy bien conservado y sin apenas alteraciones, en su estructura, tipismo y ornamentación tradicional de las viviendas. Por ello, si la fortaleza y su denso pasado son un motivo por si sólo que justifica sobradamente llegar hasta esta villa, no lo es menos la población, su encanto y su rico legado. Citamos, sin agotar por ello la nómina de lugares importantes: el Santuario de la Mare de Déu de Gràcia, del siglo XVIII, situado como a un kilómetro de la población y desde donde se disfruta de una hermosa vista del castillo. El Ayuntamiento; La Iglesia Parroquial, de estilo gótico del siglo XV, con magnífica portada Plateresca del XVI; pozo de nieve; el acueducto medieval y el Museo Etnológico Municipal… Todo ello, y para que la excursión satisfaga en todos sus aspectos culturales y lúdicos, no olvidar la gastronomía local, de montaña, recia y sabrosa, con su toque manchego. Y, la artesanía, testimonio vivo de la tradición de pueblo viejo, de fuerte personalidad forjada por la historia.

Rafael Cebrián Gimeno

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