LOS HEREDEROS DEL EXPRESO DE ORIENTE DE 1883

 

 

Venice Simplon-Orient-Express organiza trenes especiales de lujo entre la mayoría de las ciudades centroeuropeas que estuvieron en el itinerario del Orient Express y en los recorridos alternativos que hubo: el Simplon Orient Express a partir del 11 de abril de 1919 y el Arlberg Orient Express desde 1930. El programa oficial del año pasado finalizó el 15 de noviembre y el de este año comenzará el 19 de marzo y terminará el 5 de noviembre. Hay itinerarios de un día, de dos y de cinco, siendo los principales Venecia-París y Venecia-Londres, con 30 salidas programadas para cada uno. Además, dos únicos y exclusivos desplazamientos anuales recorriendo el itinerario París-Budapest-Bucarest-Estambul, el del antiguo Arlberg, con inicio el 29 de agosto y retorno desde Estambul el 5 de septiembre hasta Venecia, éste parcialmente por el itinerario del también antiguo Simplon.

 

 

 

Son los continuadores en versión turística del mítico Expreso de Oriente, cuyo primer tren salió de París el domingo 4 de octubre de 1883, y fue tan famoso por el lujo de quienes viajaron en él como por numerosos avatares. Su servicio estuvo suspendido por las dos grandes guerras y tuvo su apogeo entre ambos conflictos bélicos, los años veinte y treinta del siglo pasado.

 

 

 

Al principio los viajes no eran directos ya que en Giurgiu (Rumanía) los viajeros eran llevados por el Danubio hasta Rustchuk (Bulgaria) donde otro tren los transportaba hasta el puerto búlgaro de Varna para continuar en barco hasta Estambul (la antigua Constantinopla).

 

 

 

Incomodidades que finalizaron en 1889 con la continuidad ferroviaria hasta Estambul para el Expreso de Oriente que en 1891 tomó el nombre oficial de Orient Express. En esa época el servicio era diario entre París y Budapest y tres veces por semana la continuación hasta Estambul.

 

 

 

TRES ITINERARIOS Y DECLIVE POSTERIOR

 

 

 

En 1930, en pleno apogeo del Orient Express, tres servicios atravesaban Europa: el Expreso original por Estrasburgo, Munich y Viena, el nuevo Arlberg Oriente Express por Zurich e Innsbruck entre París y Viena, y el Simplon Orient Express desde Londres por París, Milán y Venecia hacia Belgrado evitando el paso por Viena y Budapest.

 

 

 

Durante la segunda guerra mundial no tuvo éxito el intento alemán con la compañía Mitropa, principalmente a causa de sabotajes, a partir de 1945 problemas con la circulación del material ferroviario por países del este de Europa causaron merma en la calidad del servicio, en 1960 el Golden Arrow sustituyó al Simplon Orient entre Londres y París, y en 1962 suprimieron el Orient y el Arlberg mientras que el Simplón lo sustituyeron por un servicio más lento denominado Direct Orient Express con salidas diarias desde París hasta Belgrado y continuación dos veces por semana hacia Atenas y Estambul. Como el declive continuaba, ya que el avión permitía viajes más rápidos, la circulación hasta Atenas fue suprimida en 1976 y el 19 de mayo de 1977 salió el último viaje entre París y Estambul. Tardaba 55:32 horas en recorrer los 3.050 kilómetros entre ambas ciudades, a sólo 53,7 km/hora. de velocidad comercial.

 

 

 

Pero no murió entonces, ya que parte de su ruta fue reactivada el mismo año por los Ferrocarriles Austriacos (OBB) con la denominación Orient Express, la de 1891, saliendo de París hacia Budapest y eventualmente prolongando el viaje hasta Bucarest. Aunque atendido por empleados de Wagons Lits era un tren que poco tenía que ver con el esplendor, el glamour y el lujo de su legendario antecesor en una heterogénea composición de vagones franceses, 43.270611-2.951564 austriacos, húngaros y rumanos. No fructificó el proyecto y el 10 de junio de 2001 limitaron los viajes a la ruta París-Viena, seis años después lo recortaron al tramo Estraburgo-Viena y dejó de circular en diciembre del 2009, manifestando la compañía que los vuelos baratos y los trenes de alta velocidad les habían forzado a retirar el servicio.

 

SERVICIO TURÍSTICO

 

Un apasionado del mundo del ferrocarril, el empresario norteamericano James B. Sherwod, compró después de 1977 dos coches del Orient Exprés en las Subastas Sotheby’s de Montecarlo y en años sucesivos localizó por las redes ferroviarias europeas y fue adquiriendo coches cama, Pullman y restaurante, construidos entre 1926 y 1931. Invirtió 16 millones de dólares entre la compra de los vagones y el coste de su restauración para dejarlos como estuvieron en su época de esplendor.

 

El 25 de mayo de 1982 el legendario tren volvió a las vías con la realización del primer viaje del “Venice Simplon-Orient-Express” entre Londres y Venecia. Y así ha permanecido, de marzo a noviembre y a precios altos recordando aquellas rutas de finales del siglo XIX y de la primera mitad del siglo veinte.

 

Adaptado como servicio turístico sigue la estela, completa una vez al año, que ideó Georges Nagelmackers, creador en 1872 de la francesa Compagnie Internationale des Wagons-Lits, para unir con un tren especial Europa Occidental con el Sudoeste Asiático. Vagons-Lits fue la primera empresa en introducir en Europa la utilización de coches cama y coches restaurante sobre bogies, copiando lo que había realizado George Pullman en Estados Unidos. Un aporte cualitativo enorme, ya que mientras en Europa los coches de viajeros descansaban sobre dos o tres ejes, los norteamericanos fueron pioneros en la utilización de vagones sobre carretones que posibilitaban más capacidad de transporte arrastrando menos vehículos, mayor comodidad para los viajeros y la posibilidad de circular a más velocidad con menor riesgo de accidentes por su mejor adaptación al trazado de la línea férrea.

 

El Orient Express terminaba su viaje en el linde de Europa sudoriental, pero ahora podría tener continuidad asiática la idea de Nagelmackers por el túnel ferroviario recientemente inaugurado bajo el Bósforo.

 

 

 

Venice Simpon-Orient-Express, con sede en Londres, también gestiona The Eastern&Oriental Express con trenes de lujo entre Singapur, Kuala Lumpur (Malasia) y Bangkok (Tailandia) sobre vías de ancho métrico, como el Transcantábrico español, y el Royal Scotsman, éste recuperando un famoso expreso británico con varios itinerarios desde Edimburgo (Escocia).

 

 

 

EL ORIENT EXPRESS Y SUS PERSONAJES

 

 

 

De todos los personajes que viajaron en el Orient Express el más famoso fue Agatha Christhie, que en su novela Asesinato en el Orient Express (Inicialmente Asesinato en el coche de Calais)puso en el Simplon Orient Express la acción y al descubridor del asesino, el detective Hércules Poirot. Época que en Estambul está presente en el hotel Pera Palas: en su artística escalera y ascensor, en el gran salón Agatha Christie, en las habitaciones que utilizaron la famosa escritora, Kemal Atatürk, Greta Garbo, Trosky, Mata-Hari y otros personajes, y en el café Orient Express que es asidua cita nostálgica para tomar té o espeso café turco, como hice en mi última visita. Hotel-museo de categoría especial en un edificio protegido que fue construido en 1895.

 

Según Ágata Christie (que también incluyó el Orient Express en Intriga en Bagdad y otras novelas) “Los trenes son maravillosos…. viajar en tren es admirar la naturaleza y los seres humanos, ciudades…. y ríos, en realidad, contemplar la vida misma”.

 

Protagonismo del famoso tren también en: “Stambool Train” escrita por Graham Greene en 1932, en “Orient Express” de A. Den Doolaard en 1934, Ian Fleming colocando en 1957 a James Bond en su novela “Desde Rusia con amor” luego película con éxito, en la versión cinematográfica en 2004 de ”La vuelta al mundo en ochenta días”, Alfred Hitchock en “Alarma en el expreso”,………………., así como en publicidades de perfumes, juegos de rol, series modernas de acción, y el reciente auge de reseñas en wikipedia y otras webs.

 

 

 

Esteban Gonzalo Rogel

 

 

 

Fotos.- Vence-Simplon-Oriente-Express, Wikipedia y autor.

 

Por la ruta del Orient Express.- Wikipedia.

orient-express restaurante.Foto Venice-Simplon-Orient-Expres

 

ESTAMBUL.- hotel Pera Palas.- cuadro sobre el Orient Express.- 14-11-2000 E. Gonzalo

ESTAMBUL.- Habitaci+¦n de Agatha Christie en hotel Pera Palas.-14-11-2000 E.Gonzalo

ESTAMBUL.-Inicio escalera y ascensor hotel Pera Palas.-14-11-2000 E.Gonzalo

QUESA, RIO GRANDE Y LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DE VORO.

Quesa.- Recostada a la solana de una colina, en cuya cima hay restos de un castillo musulmán, la población de Quesa está emplazada en el centro de una amplia depresión rodeada de montes donde convergen los ríos Grande y Cazuma, aguas nacidas en el corazón del Macizo del Caroig y que, unidas, conforman el río Escalona. Con un término en su mayor parte montañoso, no son muchas las tierras disponibles para el cultivo, no obstante, el esfuerzo y perseverancia campesina cuida los olivares en el secano y ha diversificado con el regadío la producción huertana y los naranjales que adornan la cálida hoya. La complejidad del relieve, de agrestes montes, profundos barrancos, hoces y recónditos camino de las aguas salvajes, enriquece la vegetación adaptada en todas sus manifestaciones a la accidentada topografía dominante. En este conjunto de paisajes de Quesa, representativos en sus excelencias de la belleza del Macizo y profundidad de sus espacios de libre naturaleza del Caroig, el legado de las sociedades primitivas ha dejado uno de los testimonios más turbadores y fascinantes de su creatividad, el arte rupestre.

Las pinturas rupestres del Abrigo de Voro.- El itinerario hasta la cavidad decorada tiene como eje el Río de las Cuevas o Río Grande, siguiendo el solitario cañón calizo -uno de los más bellos del Macizo del Caroig-, y acompañados en todo momento por el rumor del agua del arroyo y la tupida vegetación de ribera y umbría, acogida a la humedad y resguardo del estrecho pasillo, donde no es excepcional la visión de las cabras, libres en la soledad y el sosiego de la naturaleza intocada. Medio físico y exuberante vegetación enmarcan este cautivador paraje, paisajes que por si mismos justifican la excursión al abrigo decorado de Voro y sus 70 figuras: hombres y animales, la crónica pictórica de grupos de cazadores de la Prehistoria en la que destaca de forma sobresaliente, en un pequeño friso, la escena interpretada como una danza guerrera de un grupo de cuatro hombres, muy bien conservada, de excelente ejecución y admirable movilidad y composición. El indescifrable motivo inspirador de las decoraciones rupestres, de interpretación puramente especulativa, permite la suposición de ritos mágicos y conjuros que propicien la suerte de la caza.

 

Desde la elevada situación de la cavidad de Voro sobre el cauce de Río Grande, vemos ante nosotros el paisaje tal como lo veían los cazadores de la Prehistoria. No es difícil imaginar la mirada de los hombres dispuestos en el acecho desde la altura, ante la variada fauna salvaje acogida al resguardo del río y su rica vegetación, pastos y el agua. El paisaje es indisociable de la interpretación del arte rupestre, como escenario natural a través del cual, de sus características y evolución, podemos observar las representaciones, reflejo de su estrecha y vital dependencia al medio y a sus ciclos naturales

El arte rupestre en el Macizo del Caroig.- Este inmenso y desierto territorio, la extensa plataforma surcada por una red fluvial de arroyos y barrancos, aguas permanentes de encajados surcos, alberga el mayor conjunto de arte rupestre de nuestra Comunidad, conjunto integrado en el Arco Mediterráneo Peninsular y que fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Un sorprendente y valioso legado de los primeros pasos de comunicación y arte de las sociedades organizadas, dependientes de los severos ciclos de la naturaleza, como cazadores y recolectores. La crónica humana expresada con la vivacidad de las escenas pintadas en las paredes de precarios abrigos rocosos. Existe un gran número de cavidades decoradas, de las cuales citamos por su especial relevancia, además del abrigo de Voro, y que alcanzado resonancia internacional, las Cuevas de la Araña, situadas en término de Bicorp, municipio lindante a Quesa.

 

Rafael Cebrián Gimeno

 

CAMPORROBLES Y EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE EL MOLÓN

Camporrobles.

En el extremo más occidental de la Comunidad Valenciana la población de Camporrobles contempla por igual las tierras valencianas y la cercana Castilla en sus confines, lindante su término con el municipio conquense de Mira. Situada a noroeste de la comarca de la Plana de Utiel y en la encrucijada de caminos de la historia entre la Meseta y el Mediterráneo, Camporrobles conserva la lejana memoria del pasado con el legado que iberos, romanos y musulmanes dejaron a su paso por estas tierras. El extenso territorio de la Plana de Requena Utiel, sector oriental de la Meseta Central, en el año 1851 se adscribe a Valencia en la nueva división administrativa provincial del Estado, una incorporación que fortalecía con carácter oficial las ancestrales relaciones comerciales y humanas entre ambas comunidades y que, por razones de proximidad y peso económico, para estas tierras castellanas resultaban más factibles y provechosas con Valencia que con su capital, Cuenca. La jurisdicción valenciana sobre estos territorios vecinos, aceptada voluntariamente por gran parte de la población, sancionaba ancestrales relaciones y vínculos de hermandad ya existentes desde hacia siglos. Desde época romana y durante el periodo islámico, el territorio estuvo bajo la influencia mediterránea, hasta que con la conquista de Jaime I, y en el reparto de tierras con Alfonso X, la comarca quedó en el Reino de Castilla. Las características del relieve, la lengua y la cultura que distinguen y singularizan la Valencia Castellana, o, bien, la Castilla Valenciana, es un hecho humano, geográfico y cultural más que enriquece la pluralidad de nuestra tierra.

El Parque Arqueológico Temático de El Molón.

El yacimiento de El Molón ocupa la cúspide de una muela caliza de 1.124 metros de altitud, elevada en las proximidades de Camporrobles y en el límite provincial con Cuenca. Un yacimiento sumamente interesante, de relevante interés por su estratégica situación geográfica en el tránsito de la Meseta al Mediterráneo, control de vías de comunicación en la zona fronteriza entre los pueblos celtiberos e iberos. Por estas características de dominio visual y la topografía del enclave, favorable de manera natural a su fortificación, la muela ha estado habitada de forma estable desde finales de la Edad del Bronce e inicios de la Edad del Hierro, hasta el siglo X, salvo un periodo durante la romanización en la que los asentamientos pasaron a la llanura. En la época islámica fue lugar fortificado militar de cierta envergadura y asentamiento que contaba con una mezquita. Abandonado por completo el conjunto como lugar de hábitat, siguió recibiendo la visita esporádica de campesinos y pastores. Como último episodio de su histórico protagonismo, durante la Guerra Civil, en el año 1937 se construyó un aeropuerto militar en el llano, del cual solamente queda como testigo una caseta de observación situada en la cima de El Molón. El inmenso y relevante patrimonio que atesora este singular yacimiento, rescatado del olvido a través de una serie de campañas de la Universidad de Alicante y la Complutense de Madrid y valorado culturalmente, está conservado y dispuesto desde el año 2008 para el disfrute ciudadano, como Parque Arqueológico Temático.

El Centro de Interpretación de El Molón.- El interesante recorrido del yacimiento es aconsejable vaya precedido de la visita al Centro de Interpretación, como lectura previa de los vestigios arqueológicos y ayuda para su mejor comprensión. Paneles, planos, dibujos, fotografías, textos, réplicas virtuales, noticia del urbanismo y de los sistemas defensivos…dan una completa panorámica de los siglos de ocupación de la muela, la evolución en las sucesivas etapas culturales, cronología de los asentamientos y de las distintas sociedades que lo habitaron, su economía, sus modelos de vida y el universo de sus creencias, ceremonial y ritual funerario. El paso por el Centro de Interpretación y la modélica exposición ilustrando el pasado del yacimiento y sus peculiaridades, es una valiosísima aproximación a tan excepcional monumento del pasado, testimonio durante siglos de superposición cultural.

El recorrido del yacimiento es para hacerlo solamente a pie, se inicia desde el mismo Centro de Interpretación junto a la zona habilitada de aparcamiento para los visitantes, un sendero que, en principio, remonta la ladera de la muela hasta alcanzar en unos 20 minutos la cumbre, una meseta de desigual topografía donde se distribuyen los vestigios de los distintos asentamientos. La extensión de la ocupación humana permanente durante largos periodos, es muy grande y en su totalidad está documentada con mesas de lectura que permiten seguir un itinerario y conocer en cada uno de los lugares su función, cronología y urbanismo. Desde los altos del Molón el paisaje se agranda en el horizonte por tierras agrícolas de tonalidades castellanas, de tradición cerealista y ganadera y montes que cubre el oscuro verdor de los pinares. Esta cualidad de privilegiado mirador, por la posición destacada y aislada de la muela, sin elevaciones en su entorno que se le antepongan y reconocible su silueta desde lugares muy lejanos, explica la potencia como asentamiento humano de El Molón en sus funciones militares de control sobre las vías de comunicación, dominio visual del territorio circundante y la custodia de la riqueza agrícola, factores que históricamente han decidido los emplazamientos de altura. La estrategia del enclave se consumaba por su fácil defensa, aprovechando los escarpes naturales del relieve, como la más eficaz fortificación. A los pies de la muela y en las cercanías de Camporrobles, una depresión ha sido el vaso de una laguna, desecada en el pasado siglo, el agua como factor de vida, asociado a la ganadería y la agricultura, como un elemento vital más determinante de los notables asentamientos de Camporrobles.

El Molón merece una detallada visita por ser uno de los yacimientos más relevantes de las comarcas valencianas, una visita para hacerla con calma y que ayude a interiorizar y comprender la huella del pasado desde la Prehistoria inscrita en el paisaje. Vale la pena dedicar una mañana: cualquier época puede ser buena, valorando de antemano el frío y el calor que, en estas tierras del interior, se manifiestan en sus extremos continentales. Camporrobles da la acogida amable al visitante para cerrar una recomendable excursión. Cómo llegar: desde Valencia por la A-3 hasta Utiel y de allí a Camporrobles por la CV-470. Información y contactos: Ayuntamiento de Camporrobles (96 218 10 06). www.camporrobles.es

Visita realizada el sábado 16 de noviembre de 2013

Rafael Cebrián Gimeno

 

CHULILLA Y LAS HOCES DEL TURIA: LOS PAISAJES VERTICALES

El camino de los pantaneros y de los gancheros en Chulilla

En otoño del 2012 nuestra Asociación hizo una excursión a Chulilla, una visita siguiendo el propósito de conectar, dialogar y apoyar con nuestros medios de comunicación a los municipios afectados por los incendios del verano y, conocer, de primera mano, las negativas consecuencias que han tenido para el turismo rural. El término municipal de Chulilla sufrió las consecuencias de un devastador incendio que, afortunadamente, no alcanzó a la población, pero si a su inmediato entorno, dañando al bosque y matorral en amplias zonas, testigo a la vista, desde cualesquiera que sea el punto de aproximación al pueblo, del paso desolador de las llamas. Sus mayores encantos naturales y valores paisajísticos no se han perdido, quedaron a salvo. Las zonas afectadas entran, tras el invierno y primavera, en el inicio de su recuperación, un largo proceso medioambiental en el que es necesaria la sensible colaboración humana con los ciclos de la naturaleza que haga posible legar a las futuras generaciones la pureza de los paisajes, para que éstos sigan siendo respeto al medio ambiente, calidad de vida y el recurso de un turismo sostenible.

En aquella visita que ahora recordamos, en la que recorrimos el casco urbano y el castillo, al término de la excursión, la comida en el balneario y posterior debate, estuvimos acompañados por el concejal de turismo Vicente Polo, compañero y, en todo momento, amable cicerone. La brevedad de un día daba lugar, tan sólo, a una rápida perspectiva de los encantos de este pueblo, uno de los más bellos de las tierras valencianas. Chulilla oferta al viajero como propuesta turística dos diferenciadas vertientes complementarias de su término: el pintoresco enclave de la población y su patrimonio histórico, y el medio natural. La trama urbana medieval, tendida sobre la ladera de una escarpada muela que corona un castillo de origen musulmán, da sobrados motivos para una inolvidable visita. Y, por otro lado, la accidentada topografía caracterizada por los rasgados paisajes verticales en la espectacular perspectiva de un desfiladero calizo, cerrada hoz y angosto corredor por donde las aguas cautivas del Turia han modelado uno de los paisajes fluviales más admirables de nuestras tierras. Una doble oferta turística sostenible que combina el atractivo de los paisajes humanizados con el disfrute del medio natural, de la naturaleza para ser vivida paso a paso y por el propio esfuerzo.

La escalada en Chulilla: los caminos verticales.

Hace ya varias décadas que el variado y vigoroso paisaje rocoso de Chulilla, quebrado sobre los gruesos mantos calizos dominantes, ha sido un lugar de encuentro del montañismo valenciano en su faceta más comprometida y espectacular, la escalada. Los caminos verticales, cara a cara en la superación de las vertiginosas paredes, largas fachadas rocosas que flanquean el río, congrega los fines de semana y festivos a gran número de escaladores, valencianos y de otras comunidades, en esta escuela de escalada, una de las más importantes de nuestra Comunidad y de reconocido prestigio nacional. En principio, la búsqueda de las vías de ascensión se centró en la Muela del Castillo, emplazamiento de la fortaleza alzada sobre las laderas donde se asienta la población. La variedad morfológica, verticalidad de las paredes que miran al río, de excelente y compacta caliza, su proximidad al pueblo y facilidad de acceso, han consolidado el paraje como la primera escuela, con un elevado número de vías de variada dificultad, hasta los grados de mayor exigencia y nivel técnico. Al paso del tiempo, la permanente actividad encabezada por escaladores de elite, fue abriendo rutas sobre los retablos tendidos a lo largo de la Hoces, en un largo trecho de su impresionante desfiladero entre Chulilla y el embalse de Loriguilla. Hoy el número de rutas abiertas se cuenta por centenares. Están equipadas, es decir dotadas de unos elementos fijos auxiliares que permiten el acrobático ejercicio de trepar por la roca, desafiando la extrema dificultad, con un margen muy amplio de seguridad.

Por las Hoces: El Camino de las Pantaneros y de los Gancheros

Volviendo al recuerdo de aquella visita de la Asociación a Chulilla y a nuestro guía, el ya citado Vicente Polo, en aquel entonces nos informó que se estaba equipando unos tramos en las hoces del río para hacer posible seguir su curso junto a las aguas por su sector más espectacular, entre Chulilla y el embalse de Loriguilla, por el paraje de Los Calderones. Pues bien, ya está finalizado y transitable el camino, a falta tan sólo de completar con la información en los paneles, dispuestos a lo largo del recorrido y pensados para dar la lectura del paisaje en sus aspectos naturales y sociales, memoria de los pantaneros y de los gancheros. El camino desciende al cauce del río, bien protegido con pasamanos que evita el peligro que supone su abrupta pendiente y que nos lleva a dos puentes colgantes sobre las aguas. La continuidad hasta el embalse de Loriguilla, siempre orillando las aguas, bajo los imponentes acantilados que conforman el desfiladero, acompañados por el rumor del río, la vegetación y el marco sobrecogedor de un impresionante relieve, es un verdadero deleite de los sentidos. Estas instalaciones, logradas por el convenio entre la Diputación y el Ayuntamiento de Chulilla, aproximan el turismo deportivo, de la escalada, acortando las marchas de aproximación, y del senderismo, haciendo posible un grato excursionismo asequible a una mayoría.

Dos veces en poco tiempo he recorrido este camino, la última el pasado 21 de abril. Aquí encontramos bien representada la escalada, activa en la diversidad topográfica de las interminables paredes, compartiendo espacio con el amable ejercicio senderista. El camino lleva el nombre de los Pantaneros, en recuerdo de quienes ganaban su salario en la construcción del embalse de Loriguilla, allá por los años sesenta del siglo pasado, y cubrían a pie el trayecto hasta el lugar de trabajo. Pero hay más, el camino tiene su historia con el lance de los Gancheros, los trabajadores del río, collas de especialistas que acompañaban a las maderadas que desde Ademuz bajaban hasta Valencia por la fluida cinta del río, un duro y arriesgado oficio, orientando los árboles sobre la fuerza de las aguas, auxiliados con largas pértigas a cuyo extremo una punta de lanza y un saliente curvo, el gancho, era su única herramienta de trabajo: de ahí les vino lo de gancheros. Un transporte fluvial que terminó a finales del XIX, un apunte más de la crónica de oficios extinguidos.

Cuenta Cavanilles que, en las estrechamientos de las hoces, del río sin orillas, encajado entre paredes verticales que superan los cien metros, era frecuente que los árboles (maderos) volteados por el ímpetu de la corriente, entrechocando se trabaran levantando un dique que impedía la progresión de las maderadas, un serio obstáculo que se había de solucionar rompiendo la trama de los árboles apilados con la intervención de los gancheros, incluso, utilizando explosivos. Para ello, descolgaban con cuerdas a los especialistas sobre las inestables barreras, en una difícil y peligrosa operación: ”… algunos infelices pagan con la vida, ó arrebatados de la corriente siempre violenta en aquella estrechez, ó heridos de algún madero que se precipita con furia al romper la barrera”, un conmovedor testimonio de la crónica negra del transporte fluvial que nos relata Cavanilles en sus Observaciones. Pantaneros y Gancheros, historia del trabajo y de la ardua vida de los más humildes, relato de infortunios, penalidades del día y de míseros salarios ganados con fatiga y peligro, en tiempos no muy lejanos, y que es ahora memoria rescatada en la majestad de los cautivadores paisajes verticales de las Hoces.

Rafael Cebrian

GRANADA: TIERRAS, PUEBLOS Y PAISAJES.

Sierra Nevada. La Vereda de la Estrella.- De las nieves eternas que coronan las altas cimas de la Sierra Nevada, nace el río Genil. Sus frías y limpias aguas riegan las fértiles tierras de la vega de Granada, despensa y sostén que fue del próspero reino nazarí, último de los estados andalusíes peninsulares. Un camino para hacer solamente a pie, la Vereda de la Estrella, orilla el río y sigue su curso aguas arriba hasta su cabecera, por un estrecho desfiladero de fresca y frondosa umbría, flanqueado por esbeltos robles y otras especies caducifolias, luces y colorido de su enramada con la vivaz luminosidad de la primavera y la suave tonalidad del otoño. El valle fluvial se adentra hasta el corazón de la sierra, hasta el pie de sus majestuosas cumbres señeras, los gigantes Alcazaba, Mulhacen y el Veleta, donde el deshielo de los resplandecientes neveros que embellecen la soledad y el silencio de las cumbres, alumbra las primeras y cristalinas aguas del río. El Mulhacen es el techo peninsular, la cota máxima de la orografía hispana.

El camino lleva el nombre de un grupo de minas de cobre, La Estrella, que estuvieron activas hasta finales de los años cincuenta del pasado siglo. Muy pobres, con minerales de escaso rendimiento, su explotación en tan difíciles condiciones de topografía y clima, sólo se explica por las carencias de la autarquía franquista y porque el mantenimiento de la mano de obra era de bajo costo, con presidarios que trabajaban en duras condiciones sin retribución, con tareas expuestas y fatigosas, en la altura y el frío. De este penoso episodio ha quedado el camino de acceso al complejo y ruta de bajada del mineral mediante caballerías. Hoy es la frecuentada y preciosa ruta de excursionistas y de alpinistas, por la belleza del quebrado desfiladero, profundamente abierto entre elevadas y escarpadas montañas, con un escenario en su cabecera que presiden los techos de la sierra, las pirámides rocosas de la Alcazaba el Mulhacen y el Veleta, cortadas moles de la vertiente septentrional del sistema, enlazadas en una fascinante y abrupta fachada de mas de 1.500 metros de desnivel, una de los más bellos escenarios de la alta montaña española.

Bajo este circo prodigioso esculpido por la fuerza de la naturaleza, pese a la accidentada topografía y al clima extremo e inclemente de la altura, sus vertientes fueron antaño humanizadas: gentes humildes subían hasta zonas elevadas, cuando al llegar la primavera las nieves se retiraban, ganando altura, para llevar sus rebaños, cultivar cereales y patatas, haciendo frente a unas adversas condiciones de vida, en una economía de estricta subsistencia. Ocupaban modestas casas, precarias viviendas sin más confort que la techumbre. Con las primeras nieves, anticipo del otoño, bajaban a los poblados de origen, ribereños del Genil para pasar el invierno. Hasta los años setenta del pasado siglo se mantuvo este ciclo temporal, campesino y pastoril, a cargo de los más desfavorecidos: hoy queda integrada en el paisaje la memoria silenciosa de sus afanes, las casas -los cortijos-, ahora habilitados como refugios del caminante, las eras y las acequias que, transversales a las laderas, recogían el agua del deshielo utilizada para los riegos de los improvisados campos de cultivo.

Varias excursiones son posibles, de mayor o menor rigor, por el mismo recorrido de ida y vuelta a lo largo del camino, o con alternativas que permiten circuitos que amplían la perspectiva de los majestuosos paisajes. También es la ruta de aproximación para iniciar la ascensión de las cumbres por las paredes, itinerarios mucho más exigentes y reservados a unos pocos. Este camino, que antaño fue de la fatiga y de la desesperanza para forzados y campesinos, es ahora el del ensueño de la naturaleza y el paso excursionista hacia el corazón de la sierra, hacia sus hermosos paisajes, camino idealizado sin las servidumbres de antaño, del esfuerzo elegido, siguiendo paso a paso la huella de las gentes que le dieron vida, ante una grandiosa e indomable naturaleza. Un camino y un amplio espacio protegido -que incluye las más altas cumbres peninsulares-, está comprendido dentro del Parque Natural de la Sierra Nevada, el más extenso de España y uno de los más importantes de Europa, por la riqueza de su biodiversidad y el patrimonio cultural humano asociado a sus heterogéneos paisajes.

Granada.- La naturaleza y la historia se han unido felizmente en Granada para crear uno de los territorios con paisajes naturales y humanos de mayor belleza de Europa, y, sin lugar a dudas, el más notable de los complejos turísticos europeos, capaz de dar cumplida respuesta al viajero más exigente. Es posible esquiar en las extensas pistas de la sierra y, en el mismo día, bajar hasta Motril, a las cálidas orillas mediterráneas de doradas playas donde la ondulante caña de azúcar es la enseña de la tibieza del clima mediterráneo junto al mar. La monumental Granada es sinónimo por excelencia de la larga permanencia de los árabes en España, fascinante memoria del histórico y brillante Al Andalus, personalizada en la delicada y seductora belleza de la Alambra, arquitectura y cumbre artística del Islam de todos los tiempos. Pero no hay que olvidar la otra Granada, su demarcación territorial, sus pueblos, paisajes y patrimonio que bien vale la pena conocer y que la Alambra y Sierra Nevada han oscurecido con su esplendor, como inexistente. No hay que pasar de largo: aquí, en estas líneas, solamente unos rápidos apuntes de tierras, pueblos y paisaje granadinos, y una invitación a sentir en profundidad su encanto, enmarcado en la cordialidad y señorío de sus gentes, como distintivo y legado de una vieja cultura.

Moclín y el río Velillas.- Moclin preside un amplio paisaje de montañas y de redondeadas lomas que colonizan los olivares, extensos olivares prácticamente como monocultivo. Tendida sobre las laderas de un aislado cerro de pronunciadas vertientes, en la cima se asienta un castillo musulmán, una de las más sólidas fortalezas fronterizas nazarí cuando, imparables, los Reyes Católicos acosaban el último de los reinos andalusíes. Junto a otras fortificaciones, entre ellas la de Montefrío, auxiliadas con un rosario de torres atalaya, formaban parte de una coraza defensiva de Granada frente a Castilla. El castillo es uno de los mejor conservados de este trascendental periodo histórico, torres, dispositivos defensivos y la práctica totalidad de un dilatado cinturón de murallas. Un interesante conjunto estético y paisajístico de la arquitectura militar islámica adaptada a la irregular topográfica de su enclave.

El castillo, el núcleo urbano de la población y el patrimonio urbano, son un buen motivo para disfrutar de los encantos de Mocríl, pero si el visitante quiere a su vez sentir el inmediato entorno natural, una excursión con punto de partida y llegada en el pueblo, le comunicará la belleza recogida y abrupta del desfiladero del río Velillas, un curso abierto entre gruesos mantos calizos que aprisiona su cauce. Un bonito camino desciende hasta el río, salvando escarpadas laderas rocosas. Camino bien trazado y protegido por unos pasamanos que ayudan y desvanecen el temor de su paso junto precipicios. Cuando llega hasta el río, sigue aguas abajo, pasando por una pasarela artificial adosada a los muros calizos, colgada sobre el río, hasta llegar a la población de Oliveras o cruzarlo y retornar a Mocril, en un recorrido circular que el ayuntamiento de la población ha señalizado y equipado y que tiene por nombre La Hoz, el Círculo Oculto. Mocril está a 33 kilómetros a poniente de Granada.

Montefrío.- A poniente de Granada la monumental Montefrío, apiñada la histórica población bajo los peñascos que coronan un cerro, preside un expresivo paisaje de serena belleza agrícola, el encanto de sus inmensos olivares tendidos por las lomas, dominantes por todo el municipio, componen un escenario humanizado entonado en grises y verdes de poderoso atractivo. Montefrío, poseedor de un valioso patrimonio, legado de su densa historia, su centro histórico ha sido declarado Conjunto Histórico Artístico. Una fortaleza nazarí, situada sobre la población, defendía en el siglo XV la frontera entre los reinos de Granada y Castilla, cuando la guerra de conquista emprendida por los Reyes Católicos cercaba a la capital y la vega granadina. Vencida por la superioridad militar castellana, de sus sólidas defensas y encumbrada alcazaba, tan sólo restan muros y arrumbados baluartes y, en su lugar, se yergue la monumental Iglesia de la Villa, sede de un interesante museo documental de la historia de la villa, Centro de Interpretación de la Última Frontera de Al-Andalus, El Centinela. En el casco urbano medieval, no hay que dejar de visitar la Iglesia de la Encarnación, inspirada en el Panteón de Agripa, en Roma, con una impresionante nave de planta circular y atrevida bóveda de colosales proporciones. Otros edificios, caserones, calles y enjalbegadas viviendas tradicionales, ornadas con la estética naturalidad andaluza del frescor de las plantas y colorido de las flores, completan el hechizo de este pueblo, uno de los más bellos de España. Montefrio está a 50 kilómetros de Granada.

La Peña de los Gitanos.- No lejos de Montefrío se encuentra el complejo arqueológico de La Peña de los Gitanos, un sorprendente santuario del pasado en el que se superponen distintas etapas de ocupación que nos llega desde el Neolítico, pasando por las culturas ibera, romana, visigoda y musulmana. Asentamientos, un centenar de tumbas megalíticas, dólmenes; otras necrópolis y diversos elementos exhumados de la cultura material, conforman el relevante legado, la huella y secuencias del paso de las distintas civilizaciones que ocuparon el paraje. Tan abrumadora y notable acumulación del mundo antiguo, tiene como escenario un paisaje que conserva retazos de la perdida naturaleza, de roquedales calizos, verdes terrazas herbosas, arbolado y vegetación mediterránea, un paraje integrado en medio de un territorio minuciosamente antropizado, a modo de una isla inmersa en un mar de olivares. Paisaje y su misterio, evocadores del medio mágico en el que se desenvolvieron las culturas que le dieron vida, es un emotivo museo al aire libre, que contemplamos y vivimos con todos los sentidos. La UNESCO ha declarada La Peña de los Gitanos, Bien de Interés Cultural (BIC). Su visita requiere ser previamente concertada, ya que el recinto está vallado y parte del mismo está dentro de una propiedad privada: Centro de Interpretación del Patrimonio 628 305 337 – pgitanos@gmail.com.

Rafael Cebrian

LA VELA LATINA: La navegación tradición en la Albufera

Con anterioridad a la utilización del motor en la propulsión de las embarcaciones en la Albufera, la navegación tradicional se realizaba según dos modalidades de impulsión: con la pértiga y la fuerza humana, y la vela latina que aprovechaba las brisas en las zonas de aguas más profundas y abiertas. En ambos casos teniendo como embarcación de especial adaptación a las condiciones naturales del lago, el albuferenc, barca de quilla plana que hace posible la navegación con mínimos niveles de agua, por debajo de los 80 centímetros de profundidad media del lago, característica que define la topografía de los fondos de la Albufera. La vela se alternaba con la pértiga cuando la barca entraba en los canales o se movía entre las matas que impedían o hacían difícil la maniobra con la vela. Numerosas embarcaciones surcaban la extensa superficie de agua como medio de transporte de mercancías, arroz, pesca, enseres, personas, correo, los enfermos y…también a los difuntos. Su auxilio liberaba del duro esfuerzo de la pértiga y comunicaba con rapidez las distantes orillas del lago, facilitando el desarrollo de las tareas tradicionales asociados al medio acuático, agricultura, pesca y relación social. Hasta mediados del siglo XX, estas tareas propias de la vida en el lago, las cumplía El Ravatxol, la barca que unía y daba servicio desde el Port de Catarroja, al Palmar y al Perelló, en los extremos del lago.

 

La vela latina, de inciertos orígenes y reconocida antigüedad, utilizada con anterioridad al mundo clásico greco romano en todo el Mediterráneo, se supone que son los árabes transmisores de la técnica con la base de la vela triangular, también llamada de cuchillo y, ya de forma aceptada, latina, aunque también esta denominación resulta confusa. Su fácil y rápida arboladura, su posibilidad de tomar los vientos por ambas caras, incluso en las condiciones más adversas, casi perpendicular el eje de la barca, ha sido la razón de su utilización en ámbitos en los cuales la navegación, como es el caso de la Albufera, requería la rápida y fácil maniobra. Ya no se utiliza, reemplazada por el motor, pero se mantiene como actividad lúdica deportiva tradicional en regatas organizadas, un espléndido espectáculo de destreza y elegante ligereza, memoria de una bella y secular tradición que, entidades como la Associació de Vela Llatina de Catarroja, están recuperando como memoria y símbolo de los paisajes valencianos del hombre, la tierra y el agua, uno de los más bellos legados culturales de nuestras tierras.

 

L´Assocciació Vela Llatina de Catarroja.- Esta entidad fue creada en el año 1995 con el encomiable compromiso de la conservación de la Albufera y su entorno, de sus relevantes valores medioambientales y culturales, manteniendo con su práctica deportiva la milenaria tradición de la navegación con la vela latina. Una asociación que ha participado mediante comunicaciones en televisiones y encuentros de ámbito nacional e internacional, dando a conocer el legado cultural de la población de Catarroja, municipio que en su reciente pasado vivió en estrecha dependencia económica y social con la singularidad del lago en la explotación tradicional de sus recursos naturales, principalmente agrícolas y pesqueros, además de contar con los calafat, profesionales constructores de las embarcaciones.

 

Rafael Cebrian

 

 

Monedas islámicas en el Museu d’Història de València

 

 

 

 

 

 

 

 

Tres años después de ser descubiertas casualmente en la avenida Constitución –de ahí el nombre “Tesoro de la Constitución”-, por el propietario de una constructora, Pedro García, a dos metros de profundidad, y limpiadas y restauradas por el Institut Valencià de Restauració i Conservació de Béns Culturals (Ivacor), y con la colaboración del Servicio Municipal de Arqueología y de la doctora Carolina Doménech, profesora titular de Arqueología de la Universidad de Alicante, mil quinientas cuarenta y tres monedas de oro ocupan desde el pasado mes de noviembre un lugar adecuado en el Museu d´Història de Valencia.

 

Dentro de una vasija de barro, algunas de las diecinueve monedas de oro (dinares) y de plata (dírhams) están agujereadas para atravesarlas con un cordón y llevarlas alrededor de la cintura, y otras divididas en dos y cuatro trozos para ser empleadas en tiempos de penuria. De época islámica, las más antiguas pertenecen al periodo califal hasta Abderramán III -que gobernó desde 912 al 929- y las más recientes son de la época del califa Al-Zahir (1022-1036); acuñadas en diversos lugares, fueron escondidas, suponemos debido la cantidad y el material del tesoro por una persona rica, en la época del emir amirí Abd al- Aziz (1021-1061), constructor de la muralla de Balansiya, nombre de la ciudad de Valencia.

 

Silvia Gonzalo