El jueves 9 de febrero de 2017, la Asociación Española de Amigos de los Castillo Valencia, hizo entrega al municipio de Benissanó del Premio de Castellología Valenciana Coronel de Ingenieros Gascón-Pelegrí. Distinción bianual que se otorga a instituciones que han tenido una destacada actuación en la conservación y mejora de los castillos y fortalezas valencianas, en su restauración, puesta en valor y difusión cultural. Premio creado en memoria de quien fue insigne fundador de la Sección Provincial de Valencia, de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, escritor, académico, cronista e historiador, de relevante y denso currículo, intelectual comprometido con la cultura valenciana.
La solemne entrega de la placa honorífica fue a cargo de Teresa, la hija de Don Vicente Gascón Pelegrí, y recibida por Amparo Navarro, Alcaldesa de Benissanó. El acto tuvo lugar en el elegante salón noble del castillo, estancia artesonada, con puertas blasonadas, vidrieras y azulejos, acto en el que intervinieron, el Concejal Patrimonio y Cultura de Benissanó, Rafael Navarro; nuestro presidente Miguel Jover; Teresa Gascón Pelegrí y la Alcaldesa, Amparo Navarro, cerrando el acto Antonio Bravo, Subdirector de la Secretaría Autonómica de Patrimonio y Cultura de la Generalitat Valenciana. La participación institucional, con el pleno de la Corporación Municipal y la asistencia de público provinente en su mayoría de la población y que llenó el salón, dieron solemnidad a la entrega de una distinción con ganado prestigio.
EL CASTILLO, BIEN DE INTERÉS CULTURAL.
Entre el verdor de campos y huertas de la comarca de Camp de Turia y a escasa distancia Llíria, el imponente castillo-palacio de Benissanó, unido en su conjunto y destino a la población que le da nombre, se yergue majestuoso sobre una suave elevación en tierras de transición entre un cercano horizonte de montes de la sierra Calderona y la llanura litoral valenciana. Alcázar-palacio, construido durante el señorío de Luis Vilarrasa de Cavanilles en la segunda mitad del siglo XV, es uno de los más bellos ejemplos de la arquitectura militar renacentista valenciana que, sin embargo, no es suficientemente conocido, ni ha sido colectivamente valorado en toda su magnifica. La variada configuración y estructura del edificio armoniza la doble función castrense y palaciega, la refinada residencia señorial, con estancias que conservan importantes testimonios decorativos, pavimentos y techos artesonados, azulejos y socarrats de gran valor histórico, elegantes ventanales góticos… convive con la solidez defensiva de sus recintos murados, uno exterior que aprovechaba como refuerzo el cerco amurallado de la villa; caminos de ronda, torres, cubos y robusta barbacana, dispositivos defensivos almenados con saeteras. Como un elemento más de gran poder disuasorio y de resistencia al asedio, el castillo disponía de puente levadizo y foso circundante que ha sido cegado en la actualidad.
La alquería musulmana de Benixanut, sometida por Jaime I en 1238, es el origen de la población. Asociada a la alquería, una torre, defensa y refugio en caso de peligro de sus habitantes, cumplía, por las excelencias de su situación geográfica, funciones de vigilancia como atalaya de comunicación visual con otras torres. Construida en tapial y reutilizada por los cristianos, paso a ser el núcleo entorno al cual se articuló la construcción de la fortaleza, quedando en el centro, destacada y sobresaliente sobre el resto de los edificios. Adaptada y reformada por la sociedad cristiana a sus fines residenciales y militares, pasó a ser la torre del homenaje, distintivo y símbolo de poder de los castillos feudales, una prominente y esbelta torre cuadrada, con un piso más que la primitiva y remate modificado, de terraza almenada y barbacana de corona que, con anterioridad, terminaba con techumbre a cuatro aguas. Del castillo parten murallas anteriores a su construcción, de los siglos XIII/XIV, un recinto conservado en gran parte de su perímetro e integrado en el paisaje urbano del municipio, lienzos, torreones y tres magníficos portales, el de Lliria, Bétera y Valencia, construidos en sillería con almenas aspilladas.
El castillo fue prisión de Francisco I de Francia, perdedor de la batalla de Pavía. Desembarcado en Valencia y antes de su traslado a Madrid por orden de Carlos I, el monarca galo permaneció 18 días en Benissanó. Francisco I, príncipe del Renacimiento, amante y defensor de las letras y las artes, vivió su reinado caracterizado por sus empresas militares, en gran manera fallidas en sus resultados. A la muerte del emperador Maximiliano de Austria, opuso a Carlos I su candidatura al Imperio (1519) y, enfrentado a su hegemónico poder, aprovechando en 1521 el alzamiento de los Comuneros de Castilla, intentó recuperar por las armas el Milanesado, una guerra perdida, en la que él mismo cayó prisionero en la batalla de Pavía. Trasladado por mar a Valencia, camino de Madrid, el castillo Benissanó tuvo el privilegio de acoger a tan regio prisionero.
EL CASTILLO EN LA ACTUALIDAD: UN CUIDADO PATRIMONIO ABIERTO AL CIUDADANO.
Benissanó, como la mayoría de los viejos castillos de nuestra tierra, ha sufrido numerosas y naturales modificaciones a lo largo de su dilatada historia, adaptaciones a los diversos usos asignados al edificio y a las exigencias de una cambiante sociedad que se sucedía en su titularidad o pertenencia. Alteraciones que no han afectado en profundidad a su estructura y que han permitido que, en la actualidad, su estado de conservación se pueda calificar de excelente. De propiedad municipal, se evidencia en el exterior, su entorno y en el cuidado de las dependencias interiores, la preocupación del municipio y sus responsables culturales por preservar y mejorar tan notable patrimonio como bien social, acondicionado para su visita por el ciudadano. Interesante visita que aconsejamos guiada: recorridos organizados por especialistas que nos descubren pormenores del notable legado arquitectónico, ornamental e histórico; que nos hacen reconocibles dispositivos desaparecidos, pero de los que ha permanecido su huella y que facilitan la interpretación de esta singular fortaleza, joya por excelencia de la castellología valenciana. Y, como complemento y cierre de un grato paseo cultural, ver la población, los restos de murallas y sus puertas, silenciosos testimonios del pasado en la amable quietud de las tranquilas calles.
Texto y fotos: Rafael Cebrián Gimeno.