La Revista d’estudis fallers del pasado mes de febrero incluye la biografía de un singular personaje valenciano: Francesc de Paula Llop i Lluch (1915-2012), contada por su hijo Juan Luis. Un orfebre, siguiendo en el gremio de su padre, cuyo trabajo, familia y aficiones artístico-culturales llenaron de contenido su larga vida. Inquieto, organizado y atípico en sus aficiones. Se atrevió con los llibrets de falla, defensor de las costumbres y tradiciones valencianas, se preocupaba por la desviación de la fiesta fallera en las décadas de los años sesenta y setenta del siglo pasado y fue crítico hasta con su sombra.
Se cuentan por centenares sus colaboraciones en numerosos medios de comunicación escritos y radiados, cuyas temáticas además de las fallas estuvieron centradas en la Virgen de los Desamparados, Santa Lucía y el Micalet. Es muy larga la lista de importantes personajes valencianos con los que se relacionó.
Sacaba tiempo para todo, para dibujar, pintar, incluso ir a hablar con autoridades para defender de la piqueta algún edificio que consideraba representativo o para que prosperara la recuperación de algún festejo, caso del Cant de l’Estoreta. También para vestirse de evangelista en la procesión del Corpus Christi.
Tras su jubilación en 1980 se puso como obligación subir al Micalet para que valencianos y visitantes conocieran las campanas y gozaran de las panorámicas desde la parte superior de la torre y para mantenerse en forma. Y bien que lo hizo para conseguir llegar a la importante meta de los 97 años.
Nunca tocó las campanas pero fue el impulsor para la creación de la Colla de Campaners de la Catedral de València e hizo todo lo que pudo para que su hijo mayor Francesc se apasionara por las campanas de tal manera que es una autoridad nacional de esos instrumentos sonoros.
Esteban Gonzalo Rogel
Foto.-Archivo J.LL. Llop
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