Sicilia es la más grande de las islas del Mediterráneo y el centro geográfico de este Mare Nostrum. En el extremo sur de Europa, la franja marina que la separa de África, es el más cercano contacto entre los dos continentes: la isla de Lampedusa está más cerca de Túnez que de la propia Sicilia a la que pertenece. Con estas claves de situación en el mundo mediterráneo y en la estratégica encrucijada de las rutas de navegación, ha sido ocupada por pueblos y culturas provinentes de las orillas de este “mar entre tierras”. En la plenitud de los paisajes isleños ha quedado la huella profunda y singular de los pueblos que la han dominado: fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos, sarracenos, normandos, españoles y franceses, se han sucedido en su gobierno hasta su independencia en el siglo XIX, dejando de su estancia el legado de espléndidos monumentos. Justo es recordar la larga permanencia de la Corona de Aragón, desde 1282 se sucedieron monarcas en su gobierno, entre los que destaca la relevante figura de Alfonso el Magnánimo. Y, con los borbones, Carlos III, rey de Nápoles y Sicilia (1731-35) y rey de España (1759-88).
Desde hace unos 3000 años, Sicilia conjuga el legado de tan largo periodo con los mejores exponentes de la creatividad y el arte de las culturas que se asentaron en sus tierras: teatros, castillos medievales, catedrales, edificios civiles y religiosos… desde La Magna Grecia, pasando por el depurado barroco hasta nuestros días, testimonios del esplendor pasado, muchos de los cuales están inmortalizados por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Arte y arquitectura, la historia y la personalidad de sus habitantes, ha creado una identidad propia, gestada a lo largo de siglos con la suma de la compleja variedad de influencias. Colorido popular y espontaneidad siciliana, bien sazonada de amabilidad y trato cordial, es una imagen humana del país de inmediato percibida y apreciada por el viajero.
Las montañas cubren la mayor parte de la geografía isleña, con su techo en el Etna, el mayor volcán activo de Europa, el gigante presidiendo con su soberbia cúpula nevada de 3.323 metros de altitud los paisajes de gran parte del país. Los volcanes son un “inquietante” distintivo que singulariza el relieve y los paisajes sicilianos, actividad geológica que, en repetidas ocasiones a lo largo de la historia, ha sembrado la desolación y la muerte con sus dramáticas erupciones. La belleza de la variada costa es otro de los luminoso encantos de la naturaleza isleña, recortada y de variada morfología, con uno de sus más bellos exponentes en el archipiélago de las Eolias o Eólicas, magníficos edificios volcánicos anclados en el mar, los más importantes de Europa. Paisajes fascinantes que cubre una densa vegetación de tipo subtropical y que, sin abandonar sus características mediterráneas, es de una sorprendente riqueza, fresca y de exuberante verdor.
Sicilia es una de las regiones más pobres de Italia, causante de una histórica y fuerte emigración. Sobre su estructura social y económica se cierne la oscura trama de la Mafia; también sobre sus vecinas regiones continentales, Calabria y Nápoles. La Mafia, un fuerte instrumento delictivo de extorsión y crimen, bien organizado, mejor organizado que el propio estado, contamina todos los estamentos del tejido social isleño, presionando para su interés con la sanguinaria brutalidad de sus sistemas coercitivos. Aunque su poder ya no es el que era, perviven sus prácticas intimidatorias, su impunidad afianzada en la “ley del silencio”, su peculiar estructura “familiar” y sus códigos de fidelidad y de ajuste de cuentas. Un fenómeno social que ha dado mucho que hablar a sociólogos, juristas, políticos, historiadores, a la opinión pública… Un entramado secreto exportado a Estados Unidos, que ha inspirado relatos, narrativa que ha sido llevada con éxito al cine.
Hay muchos rasgos en la geografía natural y humana que nos identifica con Sicilia, en sus paisajes y en sus gentes, en el arte, en la sociedad y en el legado cultural compartido de encuentro de culturas del “mar entre tierras” que los romanos unificaron geográfica e históricamente. No obstante, la singularidad de Sicilia nos lleva a mundos distintos y, en sus diferencias con nosotros, también las hay entre sus islas y poblaciones: cada una de las cuales vive y sorprende con sus propias excelencias e idiosincrasia.
Los volcanes.- Las predominantes montañas en Sicilia tienen su rasgo más espectacular y matices más impresionantes en los numerosos volcanes y, especialmente, en el Etna, el mayor de Europa y punto culminante de la isla (3.323 metros). Los volcanes han configurado el colorista paisaje, único del Mediterráneo. A lo largo de su historia Sicilia ha sufrido numerosos temblores de tierra y erupciones, fenómenos algunos de ellos de magnitud catastrófica. La majestad del Etna, el volcán activo más grande Europa, domina la totalidad del este de Sicilia con su inmenso macizo. En su vertiente oriental hay una profunda depresión conocida como el valle Bove, un colapso resultado de una gigantesca explosión. La variedad de sus laderas construidas por las repetidas erupciones, con negras y desoladas zonas, otras de hermosos bosques de abedules y hayas, la montaña es fuego y nieve. El Etna, la ascensión y la diversidad de sus paisajes, da lugar a varias excursiones, todas de gran interés y distintas una de otra, cada una con su peculiaridad que la hace única por el exotismo de una geología viva creadora de edificios de rocas y paisajes de sobrecogedora y adusta belleza.
Siracusa.– Siracusa, a orillas del mar, une su pasado al mundo heleno de la Magna Grecia con un excepcional legado artístico y cultural. Fue más importante que la propia Atenas y rival de su hegemonía como una de las capitales más importantes del mundo antiguo. En el Parque Arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad, quedan las ruinas de aquel espléndido pasado del mundo grecorromano, edificios civiles y religiosos, anfiteatro romano y el fabuloso teatro griego datado en el siglo V a.C., capaz para 16.000 espectadores, donde insignes dramaturgos, tales como Sófocles, Eurípides y Esquilo, asistieron e, incluso, dirigieron representaciones de alguna de sus obras.
Ortigia.- Siracusa, fundada por los griegos en el siglo VI antes de nuestra era, inicia su declive a partir la dominación romana hasta la ocupación por el Islam, recuperando su prestigio y magnificencia, paradójicamente, tras la destrucción que sufrió con el terremoto 1693 y que obligó a la reconstrucción, a levantar una ciudad de nueva planta sobre los escombros que dejó el dramático episodio. Ortigia es una isla comunicada por un puente a tierra firme, su aislamiento la convirtió en un admirable conjunto de notables edificios cívicos y religiosos, de gran belleza ornamental y diseño, agrupados en una trama urbana que mantiene sin alteraciones la unidad del paisaje de la población, la integridad sin modificaciones en su más bella manifestación del Barroco.
Taormina.-La hermosa ciudad de Taormina es una de las más preciadas joyas del pasado siciliano, alzada sobre un promontorio rocoso acantilado sobre el mar Jónico, enclave que los fundadores griegos eligieron por su estratégica posición. De este pasado heleno ha quedado su teatro, uno de los monumentos más famosos del mundo, construido en el siglo III a.C., es el segundo por su tamaño en Sicilia, con un aforo de 5.000 espectadores, abierto en una ladera frente a un bellísimo paisaje de recortada costa y del soberbio Etna, su gigantesco macizo de humeante cabeza coronada de nieve presidiendo el horizonte tierra adentro. Taormina es la ciudad más turística de Sicilia, por su extraordinaria belleza ha sido la residencia elegida por artistas, y escritores de talla internacional, entre ellos Goethe, y, también, por aristócratas, nobles y poderosos…El encanto de Taormina, con sus perspectivas al mar y a la majestuosa cúpula del Etna, centra en su trama urbana, plagada de notables edificios, la memoria del pasado medieval.
Cefalú.-Ciudad costera, situada entre el mar y un promontorio rocoso coronado por una fortaleza. Cefalú, aunque sus orígenes pertenecen al mundo clásico, la ciudad es famosa y admirable por conservar por completo el paisaje urbano medieval, un entramado crecido entorno de su espléndida catedral normanda del siglo XII, con notables edificios representativos de este periodo, estrechas calles llenas de sorpresas, manteniendo en su totalidad la admirable unidad de su histórico legado. Destaca especialmente la alegre y preciosa Plaza del Duomo que preside la majestuosa catedral ya citada, un bello ejemplo de la arquitectura normanda con marcada influencia árabe en su ornamentación, construida en el siglo XII. Coincidente con uno de los momentos de mayor esplendor cultural normando en la isla, es uno de los monumentos más importantes de Sicilia. Cefalú fue el escenario elegido por Giuseppe Tornatore para rodar la película Cinema Paradiso.
Palermo.-La capital de Sicilia, con una población de unos 600.000 habitantes, es una permanente caja de sorpresas, una acumulación de arte, espontaneidad y sublime caos en el laberinto de calles y barrios que recogen una densa y original historia. El Panormos (puerto) de los fenicios, prosperó como ciudad con los romanos y llegó con los musulmanes a su máximo esplendor, compitiendo en belleza con el Cairo y Córdoba. Los normandos la distinguieron como capital. Otro periodo importante fue el barroco (siglos XVII y XVIII), periodo a partir del cual inicia su declive. En 1943 el bombardeo aliado afectó seriamente a la ciudad, su reconstrucción aumentó el caos al caer en manos de políticos corruptos y de la Mafia, cuyo poder en la capital extorsionaba y se apropiaba de destinos y desarrollo económico social. Calles y barrios son una permanente sorpresa de arte y apabullante acumulación arquitectónica, a veces en los lugares más inesperados, en zonas degradadas por el abandono, carentes de medidas de conservación. Citar la nómina de edificios notables supera la obligada brevedad de estos apuntes. Destacamos, la impresionante catedral, el máximo exponente isleño del estilo árabe-normando, más el Palacio también árabe-normando.
Las islas Eolias o Eólicas.-En la costa nordeste de Sicilia se encuentra el archipiélago formado por siete pequeñas islas, descritas por Homero como la residencia de Eolo, el dios del viento y declaradas por la UNESCO en el año 2000, Patrimonio de la Humanidad. Islas que sorprenden por su cautivadora belleza, formadas por la acción volcánica que ha elevado imponentes edificios rocosos, acantilados sobre el limpio azul del mar, profundas calas y recortada costa. Escasamente habitadas, los admirados y temidos volcanes son parte consustancial de la existencia de sus pobladores, la fecundidad de sus tierras y la inquietante violencia de sus devastadoras manifestaciones. Temblores de tierra y el fuego del interior de la tierra, son responsables de la negra crónica de catástrofes sucedidas a lo largo de su historia, algunas no muy lejanas y, de tal violencia, obligando a sus gentes a la huída y provocando masivas emigraciones. Un medio difícil para la vida de los isleños, en algunas islas con suministro de agua y comida con barcos. Volcanes en el mar inspiraron durante siglos leyendas y mitos: el mundo grecorromano tuvo en la visión estremecedora del fuego y en su incontenible fuerza destructiva, fenómenos que sólo podía a tribuir al poder de los dioses.
Vulcano.- La mitología romana sitúa aquí la morada del dios del fuego y de la metalurgia, y Homero la describe como residencia del dios del viento, Eolo. El imponente volcán –Vulcano-, lo es todo en el pequeño territorio que su profunda energía ha edificado desde el fondo del mar. Blancas fumarolas se desprenden de su cima sobre la misma cornisa del cráter apagado de 50 metros de profundidad. La ascensión, el recorrido entorno del cráter y el paso por las fumarolas, es el encuentro con el mundo fascinante del vulcanismo, sus formas y su intensa vida interna no extinguida.
Estrómboli.-La geografía de la isla y sus paisajes, el medio natural y la máxima altura, es su volcán, de 924 metros de altitud, el único de Europa activo de forma permanente. Escarpado y de abruptas laderas sobre el mar, construido por su potente y profunda energía que ha modelado su relieve, domina sobre el territorio insular, en el que solamente hay dos poblaciones acogidas a breves espacios y plataformas de escasas pero feraces tierras. Las erupciones se repiten con una frecuencia aproximadamente de unos veinte minutos, precedidas de un trueno que produce la explosión de los gases impulsores. La mejor forma de admirar este latido fascinante del corazón de la tierra inquieta, es ascender a la cumbre, tres horas de subida que se inicia al atardecer para estar de noche en la cima y, de esta manera, protegido con un casco ante la imprevisible trayectoria de las piedras proyectadas por las explosiones, contemplar en toda su grandeza las brillantes erupciones que salen de los cráteres situados unos 200 metros por debajo y vivir una de las experiencias más sobrecogedoras que la naturaleza puede dar. En un apunte final, Estrómboli es una cita para los amantes del cine: Roberto Rossellini filmó en el año 1949, Estrómboli, tierra de dios, y donde tuvo un idilio con Ingrid Bergman. Su recuerdo pervive en la isla, un acontecimiento memorable para sus escasos y pobres habitantes.
Rafael Cebrián Gimeno.