QUESA, RIO GRANDE Y LAS PINTURAS RUPESTRES DEL ABRIGO DE VORO.

Quesa.- Recostada a la solana de una colina, en cuya cima hay restos de un castillo musulmán, la población de Quesa está emplazada en el centro de una amplia depresión rodeada de montes donde convergen los ríos Grande y Cazuma, aguas nacidas en el corazón del Macizo del Caroig y que, unidas, conforman el río Escalona. Con un término en su mayor parte montañoso, no son muchas las tierras disponibles para el cultivo, no obstante, el esfuerzo y perseverancia campesina cuida los olivares en el secano y ha diversificado con el regadío la producción huertana y los naranjales que adornan la cálida hoya. La complejidad del relieve, de agrestes montes, profundos barrancos, hoces y recónditos camino de las aguas salvajes, enriquece la vegetación adaptada en todas sus manifestaciones a la accidentada topografía dominante. En este conjunto de paisajes de Quesa, representativos en sus excelencias de la belleza del Macizo y profundidad de sus espacios de libre naturaleza del Caroig, el legado de las sociedades primitivas ha dejado uno de los testimonios más turbadores y fascinantes de su creatividad, el arte rupestre.

Las pinturas rupestres del Abrigo de Voro.- El itinerario hasta la cavidad decorada tiene como eje el Río de las Cuevas o Río Grande, siguiendo el solitario cañón calizo -uno de los más bellos del Macizo del Caroig-, y acompañados en todo momento por el rumor del agua del arroyo y la tupida vegetación de ribera y umbría, acogida a la humedad y resguardo del estrecho pasillo, donde no es excepcional la visión de las cabras, libres en la soledad y el sosiego de la naturaleza intocada. Medio físico y exuberante vegetación enmarcan este cautivador paraje, paisajes que por si mismos justifican la excursión al abrigo decorado de Voro y sus 70 figuras: hombres y animales, la crónica pictórica de grupos de cazadores de la Prehistoria en la que destaca de forma sobresaliente, en un pequeño friso, la escena interpretada como una danza guerrera de un grupo de cuatro hombres, muy bien conservada, de excelente ejecución y admirable movilidad y composición. El indescifrable motivo inspirador de las decoraciones rupestres, de interpretación puramente especulativa, permite la suposición de ritos mágicos y conjuros que propicien la suerte de la caza.

 

Desde la elevada situación de la cavidad de Voro sobre el cauce de Río Grande, vemos ante nosotros el paisaje tal como lo veían los cazadores de la Prehistoria. No es difícil imaginar la mirada de los hombres dispuestos en el acecho desde la altura, ante la variada fauna salvaje acogida al resguardo del río y su rica vegetación, pastos y el agua. El paisaje es indisociable de la interpretación del arte rupestre, como escenario natural a través del cual, de sus características y evolución, podemos observar las representaciones, reflejo de su estrecha y vital dependencia al medio y a sus ciclos naturales

El arte rupestre en el Macizo del Caroig.- Este inmenso y desierto territorio, la extensa plataforma surcada por una red fluvial de arroyos y barrancos, aguas permanentes de encajados surcos, alberga el mayor conjunto de arte rupestre de nuestra Comunidad, conjunto integrado en el Arco Mediterráneo Peninsular y que fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Un sorprendente y valioso legado de los primeros pasos de comunicación y arte de las sociedades organizadas, dependientes de los severos ciclos de la naturaleza, como cazadores y recolectores. La crónica humana expresada con la vivacidad de las escenas pintadas en las paredes de precarios abrigos rocosos. Existe un gran número de cavidades decoradas, de las cuales citamos por su especial relevancia, además del abrigo de Voro, y que alcanzado resonancia internacional, las Cuevas de la Araña, situadas en término de Bicorp, municipio lindante a Quesa.

 

Rafael Cebrián Gimeno

 

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