Cuando el visitante llega a Chulilla por primera vez se encuentra con un paisaje abrupto, el de un pueblo entre dos lomas, una de las cuales parece cortada a cuchillo, y dominado por la extensa muralla de la antigua ciudadela árabe. A medida que uno avanza, el paisaje se serena en la planicie con el suave paso del Túria entre los chopos. Pero sin duda, una de las visiones más espectaculares del Túria es la de las Hoces, donde el río desfila entre abundante vegetación y se pierde entre gargantas en cuyas paredes, perfectamente verticales, se pueden ver a escaladores de alto nivel.
La ruta hacia el “hisn” o castillo musulmán es un interesante paseo, bien señalizado, por un pueblo medieval muy bien conservado y, una vez arriba, desde sus murallas, se disfruta de una hermosísima vista sobre Chulilla, pintada de blanco y rodeada por el Túria. De vuelta del castillo será un placer detenerse en la agradable Plaza de la Iglésia de Nuestra Sra. de los Ángeles, y hacer una incursión en cualquiera de sus hornos o charcuterías donde es obligado probar algún dulce típico, como el requiño, suerte de panquemado dulce, y sus embutidos.
Los amantes del senderismo encontrarán aquí gran diversidad de rutas, siendo una de ellas la que conduce desde el pueblo al Charco Azul, remanso natural del rio Túria encajonado en el cañón. Una buena alternativa al turismo activo es la que ofrece el Balneario de Fuencaliente y sus aguas minero-medicinales que, en manos del Dr. Xavier Marí i Cerezo, Director Médico del Balneario, garantizarán nuestro bienestar.
Verónica Gregori. 20-11-2012.