La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado 2011 Año Internacional de los Bosques. Una celebración que en sus propuestas y filosofía es una continuidad del 2010, Año Internacional de la Biodiversidad. En el último milenio se han perdido más del 90 % de los bosques que cubrían gran parte de la superficie del planeta. Y de este periodo de desmesurada destrucción, corresponde el mayor porcentaje a los tiempos modernos, a las dos últimas centurias y, especialmente, a las inmediatas décadas que nos preceden, en las que la devastación de grandes masas forestales se ha acelerado de forma alarmante. Talas indiscriminadas, abusos especulativos y sobreexplotación, transformación de suelos y usos insostenibles, arrasan día a día bosques y selvas, con la pérdida consiguiente de sus valores ecológicos, saludables y paisajísticos. La belleza y profundidad de los bosques es la mayor manifestación de la intensidad vital de la naturaleza, donde viven más del 65 % de las especies de la tierra.
Los árboles son esenciales para la vida y la biodiversidad; amortiguadores del calentamiento global; como filtro del aire; sostenibilidad de los suelos y su positiva incidencia en los ciclos hidráulicos. Sin su masa protectora se aceleran los procesos de desertificación: el bosque arrasado es la antesala del desierto. Concienciar a la sociedad de todo el mundo de la importancia de los árboles en nuestras vidas, promover la reflexión y denuncia, fomentar la conservación y mejora de los espacios forestales, son objetivos, entre otros, del Año Internacional de los Bosques. Es necesario eliminar totalmente la concepción de la Naturaleza como un bien a nuestro servicio, como una mercancía que nos pertenece. Somos nosotros los que pertenecemos a la naturaleza, a sus leyes y a sus ciclos. La naturaleza no es una herencia recibida para su consumo, sino un legado que debemos mantener. El crecimiento económico no puede ser a cualquier precio, el todo vale es inadmisible. Es necesario visiones duraderas que obligadamente pasan por la sostenibilidad de los recursos para no llegar a las situaciones sin retorno. Los bosques son un patrimonio común, componentes por excelencia, con el agua, de la cautivadora magnitud de los paisajes. En la profunda complejidad del arbolado y el hechizo de sus paisajes, se albergan valores ambientales, bienes sociales, de salud, culturales y estéticos que no podemos perder.
De todos es bien conocida la fragilidad del bosque mediterráneo y la permanente agresión especuladora a que se ve sometido, el incivismo y la devastadora plaga de las los incendios. Nuestra Comunidad es uno de los territorios más desertificados en el contexto Nacional y Europeo. Adherirnos a esta celebración y secundar sus propuestas es una manera de defender la integridad y belleza nuestros maltratados espacios forestales.
Rafael Cebrián Gimeno