De Aín a Almedijar: caminos del pasado por la magia del bosque
La sierra Espadán: La gran barrera orográfica de Espadán destaca con fuerza en el
paisaje al sur de la provincia de Castellón. La disposición perpendicular al mar de su
larga barrera, con sus orígenes en los altos páramos turolenses y su término sobre el
litoral a corta distancia del mar, determina la geografía física y humana de las comarcas
tendidas a una y otra vertiente. Sierra bien amada por el excursionismo valenciano
por la belleza de sus paisajes, es una permanente invitación a caminar la trama de sus
senderos y caminos, por los montes, cumbres, collados, valles barrancos y por sus
pintorescas poblaciones.
La sierra de Espadán es Parque Natural desde el año 1998, una distinción otorgada
por la Generalitat como reconocimiento a sus grandes valores medioambientales y
culturales y que implica institucionalmente el compromiso de su conservación. El
amplio territorio comprendido en la demarcación protegida integra a 21 poblaciones,
una característica del parque que lo diferencia del resto de los existentes en nuestra
Comunidad. La geoestructura de la sierra, de constitución silícea, la arenisca roja,
popularmente conocida como el rodeno, singulariza a los paisajes de Espadán con
la llamativa coloración rojiza, un distintivo geológico que la diferencia del conjunto
orográfico de las tierras valencianas, de predominante constitución caliza y las
habituales tonalidades grises y blanquecinas del roquedo. A esta cualidad de la roca y
su influencia estética en el paisaje, hay que añadir que su composición proporciona el
sustrato edáfico favorable, en profundidad y retención de humedad que hace posible la
notable reliquia forestal de los alcornoques –les sureres-. A estas condiciones naturales
de los suelos, se une el alto grado de precipitaciones de la sierra, superior a la media
comunitaria, por su orientación que, a modo de pantalla, recibe los vientos húmedos de
Levante. Una suma de cualidades que hacen posible el desarrollo de un árbol exigente
con el medio.
El alcornoque:- Este árbol de la familia de las carrascas, de porte majestuoso y de
musculosas ramas, se cubre con una corteza protectora, el corcho –el suro-, uno de los
elementos naturales utilizados desde la prehistoria por sus cualidades de flotabilidad y
como aislante. Pero su mayor proyección industrial ha sido, y sigue siéndolo, para el
cierre de las botellas de vinos y cavas: desde el siglo XVIII, tras el descubrimiento por
el benedictino Don Perignon de la fermentación natural, se disparó su demanda por la
eficacia del precintado de los recipientes y que, con anterioridad, se solucionaba con
estopa y trapos embreados. El alcornoque es un árbol circunscrito, por sus afinidades
naturales, a la cuenca mediterránea. La península ibérica proporciona el setenta por
ciento de la producción mundial de corcho y, dentro de este espectacular porcentaje,
Portugal contabiliza el setenta por cien
El corcho de Espadán ha sido hasta nuestros días explotado para la fabricación de
tapones. Eslida, en la vertiente septentrional de la sierra, contó con varias fábricas.
Antaño esta actividad fue muy intensa, pero de unas décadas hacia aquí, retrocede y
está pasando a ser puramente testimonial. La explotación de los alcornocales, por su
cualidad de regenerar la corteza, daba lugar a un ciclo tradicional de corte, cada 12 o 13
años, periodos de tiempo necesarios para que el árbol reconstruya su capa protectora.
Tras los cortes, el acarreo de las cortezas hasta donde, manipuladas y convertidas
en planchas, se trasformaban en tapones. La saca del suro, se inscribía en las tareas
tradicionales, con la ayuda inestimable de las caballerías para llevar el corcho a las
factorías. De esta actividad quedan caminos -Camins de la saca del suro-, memoria de
una actividad artesanal muy activa hasta no hace mucho años, ahora casi perdida por la
competencia insalvable de las explotaciones de Portugal, Andalucía y Extremadura, de
alcornocales que no son de montaña como los nuestros y que, por lo tanto, su extracción
más sencilla, es mucho más rentable.
El bosque de la Mosquera.- Asociado al rodeno el alcornoque existe en nuestro
paisaje forestal en la Calderona y en el Desert de les Palmes, donde no pasa de ser
áreas restringidas, manchas de arbolado, sin la densidad y extensión de Espadán, donde
conforma una foresta de gran extensión y calidad medioambiental. Y, dentro de la
sierra, un espacio sobresale por la magnitud, belleza y profundidad del alcornocal, La
Mosquera. Un barranco, también titulado como valle, un recóndito y diminuto valle
en el corazón de la sierra, entre los términos de Aín, Almedíjar, Chóvar y Azuébar,
conserva la mayor reserva de alcornoques, un bosque secular mediterráneo, bien
estructurado, de denso arbolado y profundo sotobosques. El alcornoque es aquí señor
en la jerarquía forestal, dominante con su fronda: andar bajo su umbría por los viejos
caminos del trabajo, hoy silenciosos, es un placer para los sentidos. La primavera es un
buen momento para sentir la fascinación del arbolado y percibir el canto de la naturaleza
bajo su sombra protectora, quizá el mejor, por la floración que la acompaña. En otoño,
la luz que declina, despierta su encanto colorista. El invierno: nuestro suave invierno,
también es propicio en un bosque que no pierde la hoja y que mantiene durante todo
el año el verdor de la enramada. Es el verano con su aplastante luz y calor el periodo
menos aconsejable.
Una salida programada a La Mosquera del Centro Excursionista de Valencia.-
Esta sociedad desarrolla durante todo el año ciclos de actividades programadas a
nuestras montañas y de conocimiento en general de nuestro patrimonio natural y
cultural. Salidas de distintos niveles dentro de un marco de rigor y dificultades que
nunca riesgo o comprometidas con la escalada. Dentro de esta actividad programada
y abierta al público, el domingo 27 de marzo pasado, participé como guía en una de
estas salidas al bosque de La Mosquera. Una travesía entre las poblaciones de Aín y
Almedíjar, poblaciones situadas respectivamente a la umbría y solana de la sierra. Entre
ambos municipios, se levanta el conjunto de montes de mayor altitud del sistema, entre
ellos Espadán, con su largo dorsal de cresta rojiza entre el verdor de la vegetación, la
segunda cima por su altura de la sierra, a la cual le da nombre. Uno de los objetivos
excursionistas era recorrer el Camí de la saca del suro, el viejo camino de herradura
que en sucesivos lazos, bajo la sombra de los añosos y majestuosos árboles, desciende
hasta el vallecito de La Mosquera, el santuario por excelencia del alcornocal y uno de
los más bellos paisajes forestales de las montañas valencianas. Después, un prolongado
descenso hasta la rambla de Almedíjar y pueblo homónimo, cerrando un viaje por el
pasado y el cautivador hechizo de la naturaleza.
Rafael Cebrián Gimeno.