Apuntes de un viaje en el verano del año 2010.
En los confines de la Europa del Este la doliente Rumanía ha soportado históricamente la continuada presión impositiva de las potencias de su entorno. Un destino como campo de batalla y moneda de cambio de sus territorios en las disputas y ambiciones de los imperios de antaño. Por el Norte, Polonia, Rusia y, después, la Unión Soviética; por Occidente, Europa con su ariete imperial Austro Húngaro; desde el Sur, Turquía, el Imperio Otomano, mientras que al Este, las llanuras y los ríos han sido la puerta abierta a las sangrientas cabalgadas de los pueblos de Centro Asia, tártaros y mongoles con sus devastadoras incursiones.
Hasta mediados del siglo XIX el mosaico de estados medievales de pueblos identificados por la lengua latina, no se unen configurando la identidad de Rumanía como patria de los rumanos. En 1918 esta unidad se consolida con la tardía incorporación de Transilvania, cerrando los territorios en un solo estado que hasta este momento escribieron historias diferentes, siempre bajo el dominio de otros pueblos. Sorprende que el secular y permanente acoso lingüístico ejercido por la sujeción militar y política, no haya sido capaz de marginar el rumano como idioma y someterlo al impositivo mandatario de los que ejercían el poder. Con razón los rumanos dicen ser una isla latina dentro de un oceano eslavo. A su lengua han incorporado palabras magiares, alemanas, rusas, turcas…pero el latín, herencia de Roma, ha permanecido como seña de identidad que da coherencia social a un país y a sus habitantes. Durante 165 años las legiones de Adriano vigilaban el oriente imperial ante las asechanzas de los pueblos de la estepa. Retiradas las milicias ante la imposibilidad de sostener la defensa, los legionarios licenciados se quedaron, poniendo las bases lingüísticas que han resistido sobre la presión de otras lenguas. Un idioma que se aproxima al italiano escrito y hablado, con la entonación de esta lengua y la suavidad eslava.
Los paisajes.- Los Cárpatos, los míticos montes que singularizan el relieve orográfico de Rumanía, con una longitud de 1.500 kilómetros no son propiamente una cordillera, sino un conjunto de sierras y macizos en forma de U ocupando el centro del país, abrazando con sus montañas la meseta de Transilvania. Montañas con una altitud máxima de 2.543 metros en el Moldoveanu, un mundo alpino y subalpino en su configuración, de extensos pastizales y la mayor reserva forestal y de biodiversidad de Europa, profundos bosques de coníferas, abedules y mágicos hayedos que alberga la mayor población de osos de Europa (unos 6.000), lobos y linces. Paisajes de montaña de gran belleza, dilatados espacios naturales intocados, donde la huella del hombre refleja los ancestrales oficios montañeses. Todavía es un país no masificado por el senderismo y el turismo, actividades por otra parte todavía no bien resueltas, consecuencia de sus precarias condiciones económicas. Dispone de parques naturales, la mayoría en sus distintos sistemas orográficos y una reserva de bisontes europeos, los directos descendientes del que está inmortalizado en la cueva de Altamira.
A los pies de las montañas se tienden suaves y onduladas llanuras herbosas, colinas y verdes campos, ríos y la hermosa y oscura foresta que llega hasta las cercanías de los poblados. En su amplia y generosa red hidrográfica, que en una equilibrada distribución natural de caudales se extiende por todo del país, descuella el legendario Danubio que, después de un recorrido por gran parte de la Europa Central y del Este, se desliza mansamente por fértiles llanuras al sur del país para verter su copioso caudal en el mar Negro. El histórico río, leyenda y poesía, geografía humana y paisajes, culturas y pueblos a sus orillas, cuando su largo camino de 2.776 kilómetros se vierte al mar en un litoral que todavía es rumano, y en una última manifestación de fuerza y capacidad para modelar paisajes, se abre en un amplio delta, segundo humedal del mundo, refugio de una fauna y santuario natural de rica biodiversidad.
Y en este escenario natural y humano de la vieja Europa de los Balcanes en sus confines del Este, el monumental patrimonio arquitectónico, tradiciones y expresiones culturales, folclore, idiosincrasia… son la síntesis de la diversidad asimilada de un mosaico de pueblos y culturas que allí han dejado lo mejor de su creatividad. El listado de testimonios materiales Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es muy largo y singular: el encanto de los pueblos sajones, las iglesias fortificadas, los santuarios e iglesias ortodoxas; las iglesias del norte (Moldavia) decoradas en su exterior, únicas en el mundo; pueblos fortaleza y castillos, castillos de leyenda y de recia estructura militar, Transilvania fascinante, la vivienda tradicional…sin olvidar su artesanía todavía de ejecución popular y su excelente y variada gastronomía. Su retraso económico ha detenido en el tiempo la evolución del país, en el que casi la mitad de sus habitantes viven en el medio rural y varios millones han emigrado. Su identidad de pueblo permanece viva, pero su incorporación a la Unión Europea y sus necesarias y deseables mejoras económicas, a no dudarlo, influirán negativamente en la pureza de su legado. Es un buen momento para visitar el país y sentir toda su inmensa belleza.
El Turismo es una perspectiva alentadora para un país que emerge con dificultad de la miseria y de la opresión política, que no está industrializado, pero que tiene mucho que ofrecer al viajero curioso que quiera vivir su historia, su arte, las actividades al aire libre… todo ello en un contexto humano de trato afable y voluntarioso. La infraestructura vial no es buena, las carreteras están en mal estado. Muy bien los hoteles y la restauración. Desconozco cuál es la situación de la red ferroviaria que imagino de necesaria modernización. El Turismo rumano necesita de un mayor soporte organizativo y de difusión. Todo lo resolverán los rumanos, y si la crisis que ahora agobia al Viejo Continente se neutraliza, la corriente turística europea ayudará a que este país tan bello y rico en sus dones naturales y culturales, remonte sus carencias y que sus gentes no tengan que recurrir a la emigración como solución a sus problemas económicos.
Rafael Cebrián Gimeno.