Visita a Ontinyent….tras los devastadores incendios. Por Rafael Cebrian.

ONTINYENT, EL POU CLAR Y LA VALL DELS ALFORINS.
25 de septiembre de 2010.

En la última de las reuniones de la Asociación de Periodistas y Escritores de Turismo, realizada el 15 de septiembre, se acordó llevar a cabo unas visitas a los municipios de Ontinyent y Bocairent, localidades que han sufrido los devastadores incendios de mediados de agosto. Unas visitas con las que manifestar a las corporaciones afectadas, nuestra preocupación, solidaridad y contribuir con nuestras herramientas de la palabra escrita y hablada como instrumentos, para que los medios posibles de necesaria recuperación de los paisajes, se pongan en marcha con la mayor brevedad. El 25 de septiembre, sábado, realizamos una primera visita a Ontinyent, el Pou Clar y la Vall dels Alforíns. Queda pendiente el desplazarnos a Bocairent, a falta de decidir una fecha propicia.

En unos días de viento de poniente, con las más elevadas temperaturas alcanzadas este verano, varios focos de fuego se sucedieron en los municipios citados, fuegos de los que ya no se tienen dudas sobre su intencionalidad, su perversa intencionalidad. Lugares de alto valor ecológico, depositarios de un contexto natural y humano cultural de gran valor, se han visto afectados seriamente por el destructivo fuego que, por añadidura, y en la mayor parte del área afectada, ya fue pasto de las llamas en el año 1994. Cuando se consolidaba el lento y esperanzador proceso natural de la restauración de la biodiversidad, y el paisaje se tapizaba nuevamente del verde de la vegetación crecida, este segundo incendio afecta gravemente al lento proceso de auto repoblación. Con esta acción de pérdida de la cobertura vegetal, el territorio calcinado queda inerme ante los estragos de la erosión que ocasiona la intempestiva y violenta torrencialidad característica de la meteorología mediterránea y que, es ahora, en el otoño, cuando con más virulencia se produce.

Ontinyent: Esta población, capital comarcal de La Vall d´Albaida, compendia en su urbanismo su densa historia, desde su núcleo más antiguo, el castillo y el barrio de origen medieval, asentamiento cristiano sobre la fortaleza musulmana conquistada por la Corona de Aragón en 1244. Desde el siglo XVI, su producción textil, sitúa la próspera ciudad entre las más notables del Antiguo Reino. Sobre este tejido productivo, la ciudad se desarrollo hasta la edad moderna y su espectacular despegue de fuerte especialización textil, con capacidad exportadora. Ontinyent bien merece una detenida visita por su notable patrimonio monumental, Palacio de la Vila (siglos XIII-XX); Iglesia de Santa María y campanario (siglo XVIII); el Pont Vell (siglo XVI); museos; restos de fortificaciones…nobles caserones blasonados, calles y barrios que es mejor conocer sin prisas, con pausada andadura, para intimar con una trama urbana popular de evocador encanto moruno.

El Pou Clar: Este cautivador paraje ha sufrido el zarpazo del fuego en la umbría, pero afortunadamente la solana se ha salvado. El surco de las aguas, las bonitas piscinas abiertas en la caliza por donde se deslizan las límpidas aguas del arroyo, ha sido la divisoria del incendio que de forma tan desoladora se ha abatido sobre los montes en la umbría de Ontinyent. El Pou Clar es un copioso manantial, el más importante de los aportes del río Clariano y que antaño suministraba agua para el consumo doméstico a la población y, además, disponía de excedentes para el riego. La dimensión de la ciudad de ahora, crecida por el tirón industrial y con las exigencias de una populosa demografía, el suministro de aguas se ha diversificado, ante la demanda ciudadana y fabril de mayores caudales, ahora aportados por otros acuíferos. Ontinyent debe mucho a este generoso manantial, vertido sobre el Clariano, origen de su industria textil que históricamente tanto se ha beneficiado de sus constantes y copiosos caudales.

El Pou Clar es, con todos los honores y merecimientos, este espacio está protegido como Paraje Natural, en su contexto de biodiversidad, vegetación asociada al agua, la vida permanente en el arroyo, la fauna y la avifauna. Su riqueza ambiental se ha deteriorado, ha perdido parte de su valioso cobijo natural por la mano asesina de quien con obtusa ceguera enciende los montes, no se sabe muy bien con que criminales propósitos. En este singular paraje fluvial, regalo inestimable de la naturaleza y mágico enclave embellecido por el embrujo de las aguas, la presencia humana ha dejado su impronta cultural, en su entorno ha habido vida humana y en su mismo emplazamiento se bifurcan dos barrancos, corredores naturales que fueron caminos de la antigüedad por donde, ramales salidos de la Vía Augusta, eran tránsito hacía Murcia y la Meseta. Sobre las pozas y piscinas naturales del arroyo, en una fachada de vertical caliza y a 15 metros de altura sobre las aguas, unas ventanas rectangulares, dando paso a pequeñas cavidades abiertas artificialmente, se relacionan con el famoso conjunto de les “Covetes dels Moros”, situado en Bocairent, además de otro grupo de cavidades en la vertiente opuesta del barranco, de origen y datación todavía no descifrados, pero que plantean hipótesis sumamente interesantes.

La Vall dels Alforins.- La Vall o La Plana dels Alforins (600-650 metros), a poniente de Ontinyent, se configura como una minicomarca sobre las onduladas tierras de una plataforma que se conecta con Castilla por el municipio limítrofe de Villena. Sus amplios labrantíos cerealistas dieron nombre a la zona en la época musulmana, “El Alfolí”, palabra que ha quedado para el castellano como sinónimo de granero. La evolución agrícola de estos suelos, olivares y viña, haciendo realidad en la suavidad de sus tierras, la trilogía mediterránea, es ahora la base productiva de magníficos viñedos y deliciosos vinos, vinos celosamente cuidados en bodegas no muy grandes y por bodegueros vocacionales que, elaborando con afecto y tradición los mostos, recuperando y seleccionando las cepas perdidas de la localidad, han logrado excelentes vinos que en la actualidad son divisa de estos entrañables paisajes.

La Toscana Valenciana. – El paisaje humanizado dels Alforins y las tierras colindantes de La Costera, de lomas suaves y pequeñas hondonadas por las que se distribuye el mosaico colorista de los campos, se armoniza con y las señoriales y aisladas masías. Situadas sobre suaves altozanos, arropadas por pequeños y acogedores bosquetes de altos pinos, son el testimonio de una forma de ocupación y explotación del territorio, con la masía como centro productivo, la casa y su arquitectura funcional vertebrando con sus dependencias los usos agrícolas y ganaderos de la hacienda. Hermosas casas bien conservadas, de ornamentación y estética popular, de porte señorial mediterráneo, se identifican en una feliz simbiosis con el paisaje natural y humanizado en una composición que identificamos en el imaginario como La Toscana Valenciana.

Notas para el recuerdo: Una visita agridulce, Ontinyent, acogedor y monumental, el Pou Clar y la magia del agua, y nuestra dulce Toscana de adopción. Y, como vertiente negativa, los grises paisajes calcinados. Por último y por cerrar estas líneas, es preciso reconocer como en todo este viaje debemos a José Luis Torró, a su dirección, iniciativa y la sugestión de su palabra, a través de su fluido discurso que igual nos ha llevado por la formalidad de un lugar que con la ironía, el chiste y el buen humor. Que nada de esto y amistad nos falte. Saludos y hasta una próxima salida.

Rafael Cebrián Gimeno.

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